Eran las 10 de la mañana en la Casa Museo Quinta de Bolívar, donde el presidente Gustavo Petro oficializaba ante un auditorio expectante la sanción de la Ley 2466 de 2025. La ciudad de Bogotá parecía suspendida en un silencio reflexivo, consciente de que este acto rubricaba uno de los mayores cambios del derecho laboral colombiano en décadas. Trabajadores, empleadores, sindicatos y expertos ya analizaban, desde hacía semanas, el impacto que tendría en la vida cotidiana, en la productividad y, sobre todo, en la dignidad del trabajo nacional.
Contrato indefinido como norma, la estabilidad ansiada
La esencia de la reforma podría condensarse en una palabra: estabilidad. Desde julio de 2025, la modalidad principal de los contratos pasó a ser la de término indefinido. El contrato a término fijo —históricamente fuente de incertidumbre para millones— quedó limitado a un máximo de cuatro años, y, si vencía sin interrupción, se convertía automáticamente en indefinido. Esta medida buscó reducir la precariedad laboral y dar un mensaje claro a los empleadores: la norma debía ser que los trabajadores no tuvieran que vivir en zozobra por la renovación de su empleo.
Jornada laboral progresivamente reducida
Uno de los anuncios más celebrados fue la reducción gradual de la jornada semanal. Desde el 15 de julio de 2025, la semana laboral se estableció en 44 horas, con el compromiso de disminuir dos horas más para 2026, sin afectar el salario. «Es un paso hacia el equilibrio entre la vida personal y profesional», afirmaron líderes sindicales, que recordaban la larga lucha por una jornada justa y saludable. Las nuevas normas también establecieron la jornada diurna de 6 a.m. a 7 p.m. y la nocturna de 7 p.m. a 6 a.m., con recargos mejorados para proteger la salud física y mental.
Salarios y recargos: una reivindicación de derechos
La reforma estableció una subida progresiva en los recargos por trabajo en dominicales y festivos: 80% para 2025, 90% para 2026 y 100% a partir de 2027. Esta medida, largamente solicitada por quienes sostienen servicios esenciales durante fines de semana y feriados, buscó reconocer el desgaste y sacrificio que implica laborar en jornadas excepcionales. “Por fin se igualan los derechos a la realidad de quienes nunca paran”, dijo Marcos, enfermero en un hospital de Medellín.
Inclusión y equidad en el mundo del trabajo
La Ley 2466 marcó un hito en inclusión. Estableció cuotas obligatorias para emplear personas con discapacidad e impulsó protecciones para mujeres rurales, trabajadoras de plataformas digitales, migrantes y minorías étnicas. Una de las voces más celebradas fue la de Paola, líder comunitaria, quien destacó: “Por primera vez sentimos que la ley nos pone en la agenda nacional y nos reconoce como sujetos de derechos”.
Plataformas digitales: formalización y cobertura
El auge de las aplicaciones de reparto y de servicios trajo consigo retos inéditos. La reforma obligó a que las plataformas reconocieran la relación laboral y contribuyeran con el 60% de la seguridad social de sus trabajadores, quienes hasta entonces quedaban muchas veces desprotegidos. “Ya no somos invisibles, ahora somos parte del sistema y podemos exigir condiciones dignas”, relató Javier, repartidor en Cali.
Salud ocupacional: asegurando el bienestar integral
Hablar de reforma laboral es hablar también de salud ocupacional. Los nuevos lineamientos refuerzan la obligación empresarial de participar activamente en la prevención, detección y manejo de riesgos laborales. El fortalecimiento institucional permite al Ministerio de Trabajo imponer sanciones más severas a quienes incumplan las normas de seguridad y salud en el trabajo. Esto incluye la vigilancia de condiciones ergonómicas, pausas activas y acceso a servicios médicos para prevenir enfermedades profesionales, desde las más silenciosas hasta las más letales.
Procesos disciplinarios y derechos del aprendiz
En cuanto a la relación empresa-aprendiz, el nuevo marco legal otorgó más garantías: la contratación está sujeta a reglas claras, objetivos formativos y afiliación plena al sistema de seguridad social. Además, en procesos disciplinarios, las empresas ahora deben cumplir mínimo siete etapas, protegiendo los derechos del trabajador y evitando arbitrariedades.
Reto empresarial y nuevo pacto social
La reforma no fue solo una victoria del movimiento laboral; supuso también un desafío para los empresarios, obligados a replantear políticas internas, contratos y hasta la cultura organizacional. La meta: garantizar el cumplimiento de la ley y prevenir contingencias legales, al mismo tiempo que se mantiene la eficiencia de los procesos y la sostenibilidad de las operaciones.
Perspectivas y futuro
A varios meses de su entrada en vigor, la Ley 2466 sigue generando debates apasionados. Algunos celebran la recuperación de derechos históricos y la ampliación de garantías; otros advierten sobre mayores costos y rigideces. Sin embargo, en un país que aspiraba al trabajo decente y la equidad, la reforma significó un parteaguas ineludible. La verdadera medida de su éxito se jugará en las fábricas, oficinas, hospitales y plataformas: allí donde la salud, el bienestar y la dignidad de millones de trabajadores encuentran, por fin, una nueva oportunidad.