Laura María Castañeda López, Valerie Alexandra Mahecha Rincón, Camilo Arturo Pérez Silva, Javier Antonio Pedraza Vargas1, Iliana Milena Ulloa Sabogal2
1Estudiantes de enfermería. Escuela de Enfermería, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
2 Docente. Escuela de Enfermería, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia

El maltrato infantil es un fenómeno que desde el inicio de la humanidad ha estado presente en la sociedad, afectando a miles de niños, niñas y adolescentes cada año. Este se define como cualquier forma de violencia o agresión dirigido a menores de edad (1), que conlleva graves consecuencias para su integridad y bienestar, manifestándose en alteraciones físicas, nutricionales y psicológicas (2). En Colombia, la magnitud de esta problemática es alarmante, en el primer semestre de 2024, se reportaron 13.670 denuncias, la mayoría de los casos asociados a negligencia (7.851), seguidos de maltrato físico (4.519) y psicológico (789) (3). Frente a esta preocupante realidad, la crianza positiva emerge como una herramienta fundamental para transformar estos patrones de violencia, promoviendo el desarrollo saludable en la niñez y adolescencia.
El concepto de crianza positiva se entiende como el conjunto de prácticas de cuidado, protección, guía y estímulo respetuoso que buscan fortalecer el vínculo afectivo entre padres e hijos (4). Esta forma de crianza se basa en el respeto, el diálogo, la empatía y promueve límites claros sin recurrir a la violencia o al castigo. Además, fomenta la autonomía, la confianza y la participación activa de los niños en su propio proceso de crecimiento, contribuyendo a la formación de personas seguras, responsables y emocionalmente saludables (5).
Por consiguiente, la implementación de la crianza positiva impacta profundamente el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes. Al crecer en un entorno de respeto y apoyo, en el que los menores desarrollan una mayor seguridad en sí mismos, que facilita la persecución de sus metas y aspiraciones. Esta base de seguridad también fomenta una relación fuerte y agradable con sus cuidadores, sentando las bases para una mejor capacidad de relacionarse socialmente con terceros. Además, la autonomía promovida por este modelo forma individuos independientes, aptos paratomar decisiones informadas y distinguir entre el bien y el mal, permitiéndoles llevar una vida equilibrada y responsable. Por lo tanto, al no estar expuestos a la agresión, los niños no presentarán problemas de comportamiento y desarrollarán un claro rechazo hacia la violencia, rompiendo el ciclo de la agresividad (6).
Sin embargo, la ausencia de un enfoque de crianza positiva puede generar profundas consecuencias emocionales y conductuales en niños y adolescentes. A nivel interno, pueden desarrollar sentimientos de inferioridad, inutilidad, soledad y abandono, manifestándose en timidez, miedo o, por el contrario, en una búsqueda constante de atención. Asimismo, la exposición a entornos autoritarios provoca miedo, ansiedad, angustia y tristeza, conllevando a comportamientos autodestructivos. Además, la violencia en el hogar obstaculiza el desarrollo de habilidades de comunicación y escucha, enseñando al menor que la agresión es el método más eficaz para resolver conflictos. Finalmente, el niño puede internalizar una autoimagen negativa, creyendo que es inherentemente malo y merecedor del castigo, o bien, desarrollar una creencia distorsionada de ser fuerte y todopoderoso como mecanismo defensivo (6).
En este contexto se han desarrollado diversas estrategias orientadas a implementar una crianza positiva y respetuosa, centradas específicamente en el diálogo constante y el reconocimiento afectivo del menor. Estas alternativas promueven un ambiente de comprensión, felicidad y respeto mutuo, permitiendo a los hijos expresar libremente sus pensamientos, sentimientos y sueños. En lugar de recurrir al castigo o la confrontación, las herramientas clave incluyen celebrar los logros y retos superados con palabras afectuosas, y provocar encuentros de diálogo cara a cara para impartir enseñanzas desde la calma. Igualmente, resulta fundamental practicar la escucha activa para comprender sus sentimientos y necesidades, hacer preguntas respetuosas que les permitan descubrir la causa de sus comportamientos y encontrar soluciones pacíficas a los conflictos. En esencia, el modelo se resume en la práctica consciente de gritar menos y explicar más, y hablar menos y escuchar más, alentándolos siempre ante los desafíos de la vida (4).
En este sentido, es importante que el niño se forme dentro de un ambiente familiar afectivo, amoroso y comprensivo. Al respecto se ha descrito que el ambiente familiar en el que crece el niño influye en el tipo de conducta y personalidad que desarrollará posteriormente. De esta manera, el vínculo afectivo que se establece día a día entre los adultos y los niños implica la responsabilidad de acompañar a un ser en crecimiento y desarrollo para que aproveche al máximo todas sus capacidades y reconozca sus limitaciones, para responder en el mundo con las posibilidades que parten de su ser físico, intelectual, artístico, emocional y social (7).
Al respecto, la evidencia respalda la importancia del rol de enfermería en el fortalecimiento de las prácticas de crianza positiva, especialmente cuando estas intervenciones se desarrollan en el contexto comunitario y a través de visitas domiciliarias. En estudios realizados con programas de enfermería en salud pública, se observaron mejoras significativas en el conocimiento, el comportamiento y el estatus parental. Estos resultados se asociaron directamente con la valoración profesional y las intervenciones individualizadas que enfermería realiza con cada familia, adaptándose a sus necesidades y dinámicas particulares (8). Este tipo de experiencias evidencia que la presencia cercana y formativa del profesional de enfermería no solo contribuye a prevenir el maltrato infantil, sino que fortalece competencias parentales esenciales como la sensibilidad, la respuesta afectiva y la construcción de vínculos seguros, pilares centrales de la crianza positiva.
De igual manera, la literatura internacional destaca que los entornos de atención primaria también se constituyen en escenarios clave para la promoción de prácticas de crianza positiva. Diversas intervenciones desarrolladas en este ámbito han demostrado su eficacia en mejorar habilidades parentales relacionadas con la estimulación temprana, la capacidad de respuesta y la interacción afectiva, confirmando la necesidad de integrar estrategias educativas lideradas por profesionales de la salud, entre ellos enfermería, para orientar y acompañar a las familias en las primeras etapas del desarrollo infantil (9). Además, estudios recientes sobre intervenciones de enfermería basadas en mindfulness muestran que estas acciones pueden disminuir el estrés parental, aumentar la autoeficacia y promover estilos de crianza más reflexivos y afectivos, especialmente en madres con experiencias adversas en la infancia, generando un impacto positivo en la calidad de los vínculos y en la prevención de patrones de crianza negativos (10). En conjunto, estos hallazgos refuerzan la responsabilidad de enfermería como actor fundamental en la promoción del bienestar infantil y en la consolidación de entornos familiares protectores.
En conclusión, el maltrato infantil constituye una crisis social y de salud pública de gran magnitud, por lo que el enfoque debe dirigirse hacia la salutogénesis a través de la crianza positiva, un paradigma esencial que, basado en el respeto y la empatía, impacta directamente en la personalidad, la autonomía, la seguridad en sí mismos y el rechazo a la violencia. La evidencia científica subraya que la integración de este modelo en la atención primaria y comunitaria es una estrategia altamente eficaz, donde el profesional de Enfermería se consolida como un actor fundamental y de probada eficacia para romper el ciclo de la violencia mediante la promoción de vínculos afectivos seguros y el fortalecimiento de las competencias parentales.
Referencias:
- Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. 2006. Código de la Infancia y la Adolescencia. Ley 1098 del 2006. Disponible en: https://www.icbf.gov.co/sites/default/files/codigoinfancialey1098.pdf
- Bonilla Torres V., Escudero Escudero E. El maltrato infantil y sus consecuencias en el desarrollo cognitivo. [Trabajo de Titulación]. Riobamba: Universidad Nacional de Chimborazo; 2024. Disponible en: http://dspace.unach.edu.ec/bitstream/51000/14516/3/Bonilla%20T.%20Vanessa%20K.%3b%20Escudero%20E.%2c%20Estefany%20S.%20%282024%29%20El%20maltrato%20infantil%20y%20sus%20consecuencias%20en%20el%20desarrollo%20cognitivo..pdf
- Defensoría del Pueblo. Alarma por incremento del maltrato infantil en Colombia. Bogotá: Defensoría del Pueblo; 2024. Disponible en: https://www.defensoria.gov.co/-/alarma-por-incremento-del-maltrato-infantil-en-colombia-1
- Unicef. Respuestas a preguntas frecuentes sobre crianza positiva, buen trato y castigo corporal y humillante. México: 2021. Disponible en: https://www.unicef.org/mexico/media/6111/file/Preguntas_crianza_positiva.pdf
- Soto López Y. La crianza positiva de los niños y niñas. Una mirada desde el ordenamiento jurídico cubano. Lex. 2020;26(2):457-467. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/7754836.pdf
- UNICEF para la infancia. Guía para la crianza de niñas, niños y adolescentes desde el amor y el buen trato. Guatemala: UNICEF; 2021. Disponible en: https://www.unicef.org/guatemala/media/4031/file/Gu%C3%ADa%20de%20crianza%20desde%20el%20amor%20y%20el%20buen%20trato.pdf
- Viliota MF, Velásquez FG. Pautas de crianza, familia y educación. Revista De Psicología GEPU. 2018; 9(1):146-169. Disponible en: https://revistadepsicologiagepu.es.tl/Pautas-de-crianza%2C-familia-y-educaci%F3n.htm
- Brown SM, McConnell L, Zelaya A, Doran M, Swarr V. Tailored Nurse Support Program promoting positive parenting and family preservation. Nurs Res. 2023;72(4):E164-E71. https://doi.org/10.1097/NNR.0000000000000662
- Shah R, Kennedy S, Clark MD, Bauer SC, Schwartz A. Primary care-based interventions to promote positive parenting behaviors: A meta-analysis.Pediatrics. 2016;137(5):e20153393. https://doi.org/10.1542/peds.2015-3393
- Cho E, Shin G. The effect of a mindful mothering nursing intervention virtual program on mothers with adverse childhood experiences: a randomized controlled trial.Front Public Health. 2025 ;13:1599604. https://doi.org/10.3389/fpubh.2025.1599604